2025: una oportunidad para la sostenibilidad estratégica
2024, un mal año para la sostenibilidad
El pasado 20 de diciembre, Andrew Winston publicaba el artículo ‘2024 fue un mal año para la sostenibilidad‘ en Harvard Business Review. En él, Winston defiende que el pasado año, la sostenibilidad empresarial enfrentó grandes retrocesos debido a desafíos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad. Estos problemas se intensificaron en un contexto político adverso, con el ascenso de gobiernos populistas que des priorizan la acción climática y social o, directamente, se enfrentan a ella.
En este contexto, algunas empresas redujeron sus compromisos en diversidad y sostenibilidad, temerosas de boicots y presiones políticas. Paralelamente, los nuevos requisitos de informes, como la Directiva CSRD o la de Diligencia Debida de la UE, desviaron recursos de acciones concretas hacia el cumplimiento regulatorio, complicando aún más el panorama.
Pese a ello, hubo avances en sectores específicos, como la transición energética en Reino Unido y Hawái, y el auge de la tecnología limpia. Sin embargo, problemas como el impacto ambiental del crecimiento de la IA y los retrocesos en responsabilidad social, reflejan el difícil equilibrio entre progreso y desafíos. De cara a 2025, afirma Winston, la incertidumbre sobre el papel de las empresas en la sostenibilidad sigue siendo alta, pero el liderazgo corporativo, apoyado por gobiernos locales y voces internas, será clave para retomar el rumbo hacia un futuro más justo y sostenible.
En España, durante 2024, se han observado avances en el ámbito de la sostenibilidad empresarial. Informes como el Anuario Climático 2024 de ECODES destacan un compromiso creciente de las empresas españolas con la descarbonización, alineándose con los objetivos del Acuerdo de París. Iniciativas como Science Based Targets (SBTi) cuentan con la participación de 184 empresas españolas, de las cuales el 93% ha establecido metas para limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Otro dato para tener en cuenta es que, en el último año, las B Corps españolas han experimentado un crecimiento medio anual del 30% en sus ingresos y un 33% en sus plantillas de trabajadores.
En este contexto, las fundaciones se han consolidado como agentes clave en la transformación social y medioambiental, movilizando más de 8.500 millones de euros anuales para proyectos filantrópicos. Según datos recientes, estas instituciones han canalizado su impacto hacia áreas críticas como la educación, la salud y la conservación del medio ambiente, además de responder de manera ágil ante emergencias sociales. El 75% de las fundaciones en España se dedican a proyectos relacionados con la igualdad de oportunidades y el desarrollo sostenible, destacándose como aliados estratégicos para las empresas. En un contexto donde la sostenibilidad y la filantropía están cada vez más conectadas, las fundaciones representan un puente esencial para avanzar tanto en el ámbito empresarial como comunitario.
La tendencia general en España indica un avance hacia prácticas empresariales más sostenibles, impulsadas tanto por la regulación como por una creciente conciencia, colaboración y compromiso del sector privado. Pero debemos estar atentos a cómo la influencia global puede afectarnos, es por eso por lo que el 2025 debería ser el año de reforzar el compromiso sostenible.
2025, el año del compromiso sostenible
El 2025 arranca con noticias poco halagüeñas para la sostenibilidad, como el abandono por parte de los grandes bancos norteamericanos de las alianzas climáticas. En este entorno cada vez más hostil, el avance de la sostenibilidad empresarial deberá ir ligado a su capacidad para convertirse en un motor estratégico que genere valor económico y competitivo. No basta con que las empresas asuman compromisos éticos o respondan a presiones regulatorias; deben integrar la sostenibilidad en el núcleo de su modelo de negocio, demostrándola como un factor que impulsa la rentabilidad.
Este enfoque pasa por posicionarla como una herramienta para fortalecer la reputación corporativa, atraer y fidelizar talento, captar clientes comprometidos y abrir nuevas oportunidades de mercado en sectores cada vez más conscientes de los desafíos ambientales y sociales. La sostenibilidad deberá entenderse, pues, como una inversión que asegura la competitividad a largo plazo, promoviendo un futuro más justo y rentable para todos.
Para que la sostenibilidad avance de manera efectiva, es imprescindible que esté respaldada por métricas claras y cuantificables que permitan medir su impacto real: el progreso debe evaluarse en términos de resultados concretos y tangibles que hablen el lenguaje económico. Esto implica traducir los beneficios de las iniciativas sostenibles en indicadores clave como la reducción de costos operativos, el aumento de ingresos por productos o servicios verdes, la mejora en la retención de talento o la fidelización de clientes. Solo al vincular la sostenibilidad con métricas financieras y de rendimiento, las empresas podrán justificar estas iniciativas como inversiones estratégicas, logrando así mayor apoyo interno y externo para consolidar su implementación.
Una llamada a la acción colectiva
El futuro de la sostenibilidad empresarial está en manos de las empresas que quieran liderar un cambio significativo hacia un modelo de negocio más responsable y rentable. En este camino hacia un futuro más sostenible, las fundaciones y fundaciones corporativas desempeñan un papel crucial. Estas entidades no solo actúan como aliadas estratégicas para las empresas, ayudándolas a cumplir con las exigencias regulatorias y sociales, sino que también potencian el impacto de sus acciones. A través de programas colaborativos, herramientas para evaluar resultados y un enfoque en la eficiencia, las fundaciones pueden ser catalizadores clave para avanzar tanto empresarial como socialmente. La cooperación con estas instituciones permite a las empresas maximizar su impacto positivo, fortalecer su compromiso con la sostenibilidad y conectar de manera más efectiva con la sociedad.
No basta con buenas intenciones; el progreso real se mide en resultados tangibles. Invierte en sostenibilidad, habla su lenguaje económico y demuestra su impacto en tus operaciones. El 2025 puede ser el año en que tu empresa o fundación marque la diferencia. ¿Estás listo?